¿Cómo afrontar un miedo en tres pasos?
¿Cómo afrontar un miedo en tres pasos?
¿Te has parado a pensar qué harías, en este momento de tu vida, si no tuvieras miedo? Y, ¿cuál es el precio que estás pagando por no enfrentarte a él?
Quiero contarte cómo lo vivo yo. Cuando me regalo el espacio y el tiempo para responder a estas preguntas tomo consciencia de todo lo que me estoy perdiendo e inmediatamente me pongo manos a la obra. Es como si las respuestas me dieran el empuje necesario para dar un paso al frente y decir alto y claro ¡No quiero que el miedo me pare! Y, a veces, tiro adelante con ese miedo al que le doy un lugar en mi vida.
Lo hago porque mi experiencia me dice que cuanto más grande es el miedo mayor es la oportunidad o el regalo que guarda para mí.
No me estoy refiriendo a los miedos reales, esos que se presentan para que salvaguardes tu propia vida, y que este año hemos visto tan de cerca. Me estoy refiriendo a los miedos imaginarios que son, ni más, ni menos, un 95% de los miedos que tienes. Si, si, ¡has leído bien! todos esos son fruto de tu imaginación.
Ahí entran los miedos desadaptativos los que te frenan, los que te hacen dudar y posponer decisiones, los que merman tus habilidades y capacidades, los que llegan a producirte estrés y ansiedad, los que te quitan el sueño: miedo a no ser lo suficiente…; miedo a no ser capaz…; miedo a no ser merecedora de…; miedo a brillar…; miedo al éxito…; etc.
Imagino que te gustaría saber qué puedes hacer para poder trascender el miedo: lo primero es identificarlo; en segundo lugar, cuestionarlo y, finalmente, afrontarlo.
Trata de ir identificando a qué miedo te quieres enfrentar y, si te resulta difícil averiguarlo, piensa dónde te gustaría estar y qué te gustaría estar haciendo dentro de un año. En este caso, una vez obtengas la respuesta, hazte otra pregunta, ¿qué te impide que eso no esté sucediendo ya?
Y ahora sí, paso a detallarte los tres pasos:
1. Identificar el miedo
Lo primero que tienes que hacer es identificar el miedo. ¡Supongo que ya lo has hecho!
Es el momento de ir un poco más allá. Para ello te sugiero que busques un lugar donde puedas estar cómodamente y sin interrupciones.
Ahora quiero pedirte que vayas al cuerpo y que, apoyándote en la respiración, pongas la atención en esa parte donde a ti se te pone el miedo (el estómago, plexo solar, la garganta, los hombros, la zona lumbar, etc.)
Una vez que lo hayas detectado, te invito a que cierres los ojos y a que, después de haber frotado las manos una cuantas veces, las pongas sobre esa zona, respira y siente lo que ahí se genera. Trata de observar que tamaño tiene ese miedo, cómo es su temperatura, de qué color es, cómo es la textura, a qué huele, si emite algún sonido, etc.
Sigue respirando de manera consciente. Cuando tengas toda esta información tomas tres respiraciones más profundas, retira tus manos de esa zona y abre los ojos.
En cierto modo le has dicho al miedo: “te veo, te siento. sé que estás ahí y te tengo presente”.
Ahora coge un trozo de papel, lápices de colores o ceras, y trata de reproducir lo que has observado. Dibuja el miedo tal cual lo has visto, escuchado y sentido. No le des muchas vueltas, seguro que tal y como salga ese dibujo, será perfecto. Cuando hayas terminado ponlo delante de ti, y trata de tomar perspectiva, aléjate un poco y, sencillamente, obsérvalo.
2. Cuestionar para averiguar la intención positiva del miedo
Después de haberlo observado, llega el momento de averiguar cuál es su intención positiva contestando estas cuatro preguntas. Por favor, tómate el tiempo que necesites porque seguro que las respuestas te van a sorprender. Contempla el dibujo y hazle las preguntas siguientes:
¿Qué quieres de mí?
¿Para qué estás en mi vida?
¿Qué quieres mostrarme?
¿De qué me proteges?
Te invito a que consultes toda la información aquí:
3. Afrontar el miedo
Llega el momento de dar un paso al frente, el inmovilismo no ayuda. Si te quedas donde estás, muy probablemente continúes en el bucle mental, en la parálisis por análisis y así el miedo se irá haciendo cada vez más poderoso.
A veces, dar un paso al frente puede ser parar (depende de cuál sea tu miedo). Cuando digo un paso al frente, me refiero a tomar una decisión que te ayude a salir de donde estas para que el miedo deje de atraparte y secuestrarte.
¿Qué primer paso puedes dar? ¿Cuándo lo vas a hacer? ¿Cómo lo vas a hacer?
Pues bien, te toca a ti mover ficha…
Confío en que este ejercicio te haya resultado útil y que te ayude a trascender alguno de tus miedos.
¿Te apetece compartir tus impresiones?
Envíame un correo a elena [@] elenajeronimo.com, estaré encantada de leerte.